«La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla» GABRIEL GARCIA MARQUEZ

sábado, 22 de octubre de 2016

DIARIO DE VIAJE POR LOS PAÍSES BÁLTICOS

* Quinto día: Nos vamos de Tallin, paramos en Tartu, y llegamos a Pärnu.



Mira que Tartu es una población pequeña (aunque sea la segunda en importancia de Estonia). Pero el no saber interpretar el plano a la primera nos llevó un buen rato y unas cuantas vueltas entender que lo que ocurría es que los restos de la Catedral, el Museo de Historia Universitaria y la Piedra de los Sacrificios se hallan en la parte alta de la ciudad. Y que la Universidad y el Ayuntamiento y la Iglesia de San Juan están a los pies de la colina. Una vez resuelto el enigma, el plano resultó tan sencillo como si de un damero se tratase.


Tartu, ciudad universitaria por excelencia, está llena de pequeñas curiosidades: singulares esculturas, algunas escondidas en apartados rincones, y otras, como ésa de los dos estudiantes besándose sin reparo, a la vista de todos; sin embargo, lo que más llamó mi atención fue los dos puentes situados uno frente al otro. Uno, dedicado al diablo, el otro, a un ángel. Decidimos hacer caso omiso del primero, y prestar atención al segundo. Lo cruzamos, tal y como manda la tradición, aguantando la respiración, a la vez que pedíamos un deseo, a ver si es verdad que se ven cumplidos nuestros anhelos.

Puente del Angel y del Diablo

Esculturas desperdigadas por la ciudad



Datos prácticos

Nos hallábamos en Tallin y queríamos ir a Tartu. No hubo ningún problema porque ambas poblaciones están bien comunicadas con autobuses con amplios horarios. Nosotras cogimos el de la compañía Lux Express, a las 10.00 de la mañana. El billete nos salió por 8€. Los buses eran modernos, amplios, cómodos y equipados con internet.

Si requerís de más información:
www.tpilet.ee

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Estación Central de Autobuses en Lastekodu, 46 de Tallin
Para llegar: tranvías 2 ó 4

Solo deseábamos estar de paso en Tartu porque, en realidad, nuestro destino era Pärnu. En, aproximadamente, 4 horas habíamos dado un rápido vistazo a esta preciosa ciudad. Dejamos las maletas en el depósito de equipajes de la estación.


Por cuestiones prácticas comimos en un restaurante del centro comercial situado al lado de la misma Estación de Autobuses de Tartu, que a pesar de ser domingo estaba abierto. Pero alrededor del Ayuntamiento está lleno de ellos, con una pinta estupenda. Además, en la Raekoja plats encontrareis la "Chocolatería de Pierre". Si sois amantes de los dulces os va a ser muy difícil resistiros.