«La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla» GABRIEL GARCIA MARQUEZ

martes, 25 de abril de 2017

 DÍA FELIZ
* 23 de abril
 
Hoy quiero haceros partícipe de este día, porque sin ninguna duda es mi día favorito de todo el año. Muy por encima de otros tan significativos como el de Navidad o el del Año Nuevo. Hoy es Sant Jordi, que no es festivo, pero como si lo fuera. Sant Jordi es el patrón de Catalunya (y me consta que de muchos otros lugares), y se celebra regalando rosas y libros. Pero lo que más me gusta es que es un día en el que parece que la felicidad flota en el aire. Se respira. Hay una alegría peculiar entre la gente, que se contagia, especialmente cuando cae en día laborable. Casi lo prefiero, porque ves a todo el mundo portando su rosa (en las tiendas, en los bares, en el transporte público, en el trabajo...) y la gente pregunta por libros, cuál regalar, cuál es el más leído, el más recomendado. Se organizan actos culturales, y la gente se echa a la calle, para disfrutar del ambiente.  Ah! y no olvidemos, que aquí, en Catalunya, también se considera el día de los enamorados, desbancando al mismo San Valentín.
 
Realmente es un día como pocos.

FELIÇ SANT JORDI 2017!!!



Ahora quiero anunciaros que por motivos personales y muy brevemente (eso sí)...


HASTA LA VUELTA, AMIGOS!!!

domingo, 16 de abril de 2017

 ¡CUIDAD DE LOS BOSQUES!
* Parque de Can Ginestar
 
Sabía de su existencia. Los senderos que empiezan a pie de calle reclamaban mi atención, cada vez que pasaba por delante con el autobús, pero un día por otro, nunca había llegado a entrar, hasta hace bien poco.
 
En Viladecans existe un pequeño parque que se me antoja un bosque secreto: el Parque de Can Ginestar. Respetando su irregular terreno y su naturaleza, porque de hecho era un bosque de encinas, robles y pinos situado alrededor de una masía, la de Can Ginestar, se construyeron sinuosos caminos que nos conducen de sorpresa en sorpresa: ahora se abren, o se cierran, o se bifurcan. La presencia de arbustos, árboles, flores y malezas contribuyen a ese constante estado de nuevos descubrimientos. Hay momentos que la vegetación cierra la visión de alrededor, para hacernos creer que estamos lejos de la civilización, y si te paras a escuchar solo puedes oír el susurro del viento que se cuela entre las hojas de los árboles. ¿O tal vez sean los duendes y las ninfas, dueños de los bosques, que nos hablan y nos piden que cuidemos más de sus bosques y del medio ambiente?







 

domingo, 9 de abril de 2017

UN BLOG FLORIDO
*Calas o lirios de agua

Mi madre es una excelente jardinera vocacional. Pero tengo que admitir que yo nada he aprendido de ese arte más allá de acordarme de regar las plantas de muy vez en cuando. Y dudo que a estas alturas de mi vida me ponga a aprender jardinería. No me llama la atención. No obstante, en cierta forma, sí que me ha transmitido su amor por las flores y su belleza. Las flores son al mundo, como los complementos al vestir. Un mundo sin flores (no digo plantas, ni árboles) podría existir, pero sería menos bello. Por eso siento pasión por fotografiarlas, fusionado un solo pack dos de mis debilidades: Fotos + Flores. Las 2 "F". Tal vez sea una manera de compensar que no me atraiga sus cuidados.
 
En mi último viaje por Galicia, mi objeto de deseo fueron las llamadas calas o lirios de agua. Una flor que me encanta. En cualquier rincón, sobre una pared o tapia, allí crecían para entusiasmo mío, mis queridas calas. Muy esbeltas, elegantes y delicadas.
 
La cala simboliza la finura, y la pureza. Por eso se utilizan en las bodas, sobre todo como parte integrante de los ramos de novia. En decoración de interiores lucen tanto, que una sola flor ya queda estupenda, sobre todo en ambientes de carácter minimalista.
 
Que las tierras gallegas sean propicias para que florezcan tal vez se deba a que estas flores necesitan abundante riego, suelos húmedos, y unas temperaturas no excesivamente bajas, pero tampoco altas.
 
He aquí el resultado de mis 2 "F". Espero que os gusten tanto como a mí! 😄
 




 

domingo, 2 de abril de 2017

UN GUIÑO A LA NOVELA NEGRA
*Y un homenaje a Raymond Chandler


Si dijese que el siguiente relato ha sido inspirado en Raymond Chandler, sería hacerle un flaco favor al escritor, porque yo no soy más que una simple mortal que utiliza las palabras como buenamente puede. Y él era un genio construyendo diálogos, y recreando atmósferas. Era clarividente, y sigue siendo tan actual como el mismo 2017. Su novela El largo adiós debería ser hasta prescrita por los médicos. Pero lo que sí que hay es una buena voluntad de rendir tributo a mi adorada novela negra, y al cine negro. Yo crecí en una época donde en la televisión todavía se ponían título míticos como El halcón maltés, El sueño eternoLa mujer del cuadro, Cara de angel, etc. y se daban ciclos dedicados a dicho género y a actores como Humphrey Bogart (uff! como lo echo de menos). La lectura vino después. 
 
Lo que a continuación publicaré no es más que un divertimento. No hay que buscarle ningún valor literario. Solo una forma de homenajear a un género que me encanta. Y por extensión a Chandler y a su Philip Marlowe, aunque él situaba la acción de sus novelas en Los Angeles y no en New York (como es mi caso), y el verdadero Marlowe nunca hubiera aceptado el típico caso de divorcio. Mi particular Marlowe sí que lo hace porque sino no tendría forma de sobrevivir.
 
Les invito a que viajen en el tiempo, a una época donde lo blanco y negro era la mejor combinación de colores.
 


Este relato empieza con el sonido de un saxo pendiéndose entre las calles de New York...
 
Cuando aquella mañana tocaron a la puerta me disponía a salir por la parte trasera del edificio. Hacía más de un mes que no pagaba el alquilar al casero, y éste ya había empezado a dar señales de impacientarse. Pero los negros nubarrones que asomaban por el horizonte me hicieron desistir. De nada serviría retrasar el pago si además pillaba una buena pulmonía. Así que con mi mejor talante abrí la puerta. Y allí estaba aquella mujer de aire aristocrático, con ropas caras, piernas muy largas y ojos perversos. La hice pasar y sentarse. Le ofrecí algo de beber. Rehusó. Me ofreció un cigarro de su pitillera de oro. Lo cogí. Me habló de su marido, que la engañaba, que quería cogerlo in fraganti. Un caso rutinario.
 
El trabajo era fácil. Comencé a seguir aquel hombre, que no parecía relacionarse con ninguna mujer. Así pasaron varios días, hasta el punto que empecé a pensar que se trataba de alguna broma. Una broma que me haría ganar unos bonitos dólares. De pronto todo cambió. Una tarde, él cogió el coche hasta las afueras de la ciudad. Estuve horas y horas apostado delante una casa donde había entrado. Llovía intensamente, y empezaba a oscurecer cuando llegó otro coche, del cual salió una mujer que no pude ver bien. Me acerqué sigiloso, cuando sonó un disparo, y la mujer salía corriendo por la puerta de atrás. Entré en la casa. El hombre bien hubiera parecido que dormía, a no ser por la mancha de sangre que empapaba su traje. Llamé a mis amigos, los de homicidios, que me retuvieron un par de horas, hasta que se convencieron que yo estaba limpio y me dejaron marchar.

Me dirigí al domicilio de mi clienta. Ella ya conocía la noticia. Fingiendo su dolor se despidió de mí, y me dijo que pasaría por la oficina a pagarme. Lo que no le dije es que durante mi estancia en la casa había reconocido al fiambre, y a estas alturas sabía que para nada era su esposo. El presunto maridito de la muñeca era Richard T. Cunningham, un magnate de los diamantes. Y la damita que jugaba a ser la engañada, era su amante. ¿A qué estaba jugando?.

Volví a mi oficina deseando echar un trago. Llevaba muchas horas despierto y encima no había parado de llover, y mis ropas estaban húmedas. Me disponía a entrar cuando un ruido seco me frenó. La puerta se encontraba entreabierta. Saqué mi colt, y me disponía a entrar, pero no llegué a hacerlo. Un derechazo maestro me noqueó y me tumbó dando con mi cabeza en la pared de enfrente. Quedé sin sentido.

Creo que fueron los truenos los que me despertaron. Estaba oscuro y en silencio. Me levanté aturdido y a tientas logré entrar en la oficina. Como había supuesto la habían registrado y todo estaba revuelto. Cogí hielo para un vaso de whisky y mi ojo, y me senté. De repente, un fogonazo de mi memoria me hizo poner en pie. Recordé como en la primera visita, la doña se había acercado a una pequeña vitrina donde guardaba algunos cachivaches de la época en la que serví en la guerra, haciéndome preguntas sobre los mismos. La vitrina estaba intacta. Pero algo no estaba como siempre. Un extraño objeto de cerámica figuraba entre mi valiosa colección de arte. Lo cogí. "Así qué era esto a lo que viniste, encanto" y lo estrellé contra la mesa. De su interior aparecieron unos cuantos diamantes. Los llamados "Estrellas de Oriente", los más caros del mundo. Tomé la mercancía, y con ella, si hubiera sido listo, me podía haber marchado a Brasil, pero en cambio me fui directo a la policía.

Al día siguiente aparecía, en todos los periódicos, la noticia de que una banda de ladrones había sido atrapada. Lo que no decían era que la supuesta mujer y amante de Richard T. Cunningham, que pertenecía a la banda, lo había traicionado para robarle los famosos diamantes. Y después la dama había estafado a la banda y había matado al magnate. Sí, ella siempre había sido el personaje misterioso de mis pesquisas. Eso se silenció. Alguien debió pagar mucho dinero a la prensa porque, al fin al cabo, la femme fatale pertenecía a la alta sociedad neoyorquina. En algún momento se debió cansar de acudir a sus sobrias fiestas y decidió invertir su aburrida vida en algo más emocionante.

Había parado de llover, y un tímido sol asomaba entre las nubes. Mi mejilla y ojo lucían un bonito color morado mejorando sensiblemente mi perfil bueno de la cara. Y en mi bolsillo había una suma de dinero lo suficientemente importante para poder regalarme una alegres vacaciones. Tal vez en Méjico o Cuba. Pero antes debía resolver esa partida de ajedrez que llevaba un tiempo esperándome.
 
Jaque mate.