«La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla» GABRIEL GARCIA MARQUEZ

martes, 22 de diciembre de 2020

PRÓXIMAMENTE EN SUS PANTALLAS

* Feliz rara Navidad

Vale, sí, confieso: soy adicta y consumidora de telefilms ambientados en Navidad. De esos en los que las casas aparecen decoradas con un exceso ilimitado de adornos navideños, los personajes son totalmente planos, y los guiones están escritos con tal cantidad de azúcar, solo equivalente al número de bombillas colocadas en sus fachadas. Son excelentes para dejarte llevar por ese mundo feliz y perfecto, donde nada sale al revés, no tener que pensar, y de vez en cuando echarte una siesta. Da igual que te pierdas un trozo de película. Enseguida retomarás el argumento.


Como contrapartida, los telefilms son de fácil olvido, y rara vez recordarás ni un solo título o el nombre de algún actor. Por fortuna, siempre nos quedarán las películas clásicas, antiguas o modernas. Esas que tienen algo especial, que siempre gustan, y hacen que quieras volver a ver cada Navidad.

Las del espíritu navideño

¡Qué bello es vivir!
Es mi opinión personal. Si Canción de Navidad, de Charles Dickens, es el relato de la literatura universal que mejor retrata la Navidad, ¡Qué bello es vivir! es la mejor película. Hermosa, entrañable, sensible, divertida, y encima una obra maestra.

Milagro en la calle 34. 
¿No creéis en Santa Claus? Pues, entonces, es de obligado cumplimiento ver esta película. Me refiero a la del año 1947, aunque hay un remake del año 1994, llamado Milagro en la ciudad
Atentos a este trozo de diálogo que mantienen los personajes:

-Durante los últimos 50 años, me he preocupado mucho por las Navidades. La gente está viendo en ella solo el lado comercial. Yo mi parte, he estado tan ocupado con los juguetes, que me parece que he perdido algo, y  que Navidad también lo ha perdido.
-No lo creo, Navidad sigue siendo Navidad.
-Navidad no solo es un día, es un estado de la mente, y eso es lo que ha cambiado. 

No puedo estar más de acuerdo. Sin duda una película para ver y también pensar.

Cuento de Navidad
Obvio que en este en apartado de clásicos, no podía faltar Cuento de Navidad, basada en el relato de Dickens. Aun cuando os vais a encontrar diversas adaptaciones cinematográficas, opino que todavía no se ha hecho la gran película sobre el libro. Sin embargo, os recomiendo mi favorita: la versión de 1951, de excelente factura y con ese aire teatral, tan típico del cine inglés, que me encanta.

Las de humor español

La gran familia.
Si la Navidad es compartir, en esta se compartía y mucho, porque eran, ni más ni menos, que una familia formada por 15 hijos, más los padres, el abuelo y el padrino. Al margen del trasfondo ideológico que pudiera haber, es una película perfecta para esta época porque contiene muchos de los valores de la Navidad, así como una de las escenas más míticas (¿Os dice algo la voz de rota de Pepe Isbert llamando a Chencho?) de nuestro cine que justo ocurre durante las fiestas navideñas. 

¡Se armó el belén!
Y me refiero a la del gran Paco Martínez Soria. Castiza, absurda y muy divertida. Aunque penséis que es muy estilo de "Cine de barrio", hay que verla aunque solo sea para hacer un estudio antropológico. 


Las románticas
Love actually
Todos la conoceréis: una película coral que tiene como fondo la Navidad. 


Si hay una escena que tenga clavada en mi memoria es la del hilarante Mr. Bean como dependiente de unos grandes almacenes intentado confeccionar el envoltorio perfecto para una regalo navideño, ante un impaciente Alan Rickman (nuestro siempre Severus Snape) como cliente.

The holiday
Yo a Surrey y tú a Los Ángeles. Esos son los dos destinos de las dos chicas que intercambian sus casas durante la Navidad, no solo para pasar las vacaciones, sino para curarse de sus descalabros amorosos. Y al margen de esto último, es que no pudieron escoger dos escenarios más perfectos, para soñar con unas insuperables vacaciones navideñas. ¡Yo quiero!

Family man
Aquí, hasta el pesado de Nicolas Cage me acaba cayendo bien (lo cierto, es que ya me enamoró en Hechizo de luna).

Esta película es una vuelta de tuerca al tema de las segundas oportunidades. Una especie de ¡Qué bello es vivir!, solo que en vez de quitar, le dan al protagonista una nueva vida basada en los valores familiares más tradicionales.

El diario de Bridget Jones
Aunque siempre haya quién diga que no, nos gusta Bridget por ser una chica de lo más normal, con sus líos amorosos, sus problemas con el peso, el tabaco y sus complejos.

De forma personal, fue la que puso en mi punto de mira esos típicos jerséis navideños que, curiosamente, la tradición dice que cuantos más feos y horteras, mejor.



Las sagas 


Harry Potter, Indiana Jones, Piratas del Caribe, La guerra de las galaxias, El señor de los anillos, El planeta de los simios, Shrek, Ice Age, Regreso al futuro, Las crónicas de Narnia, etc., etc., etc.

De acuerdo, las temáticas de estas sagas no son navideñas, pero la gran cantidad de días festivos dan pie a poder descubrir o visionar de nuevo, todas las entregas de dichas series. ¡Un plan perfecto!

En esta época, ver películas de ambiente navideño es un clásico, pero además se suma que las fiestas de este año van a estar llenas de medidas restrictivas: limitación en los desplazamientos, reuniones acotadas a un cierto número de personas, toques de queda, veto a actividades varias. En fin, que un desastre. Así que la Navidad será evidentemente casera y con escasas relaciones sociales.  Por eso, ver cine en casa se convierte más que nunca en una primera opción, casi de absoluta necesidad. Ya sabéis: mantita, palomitas, una peli y a disfrutar!!!.
🎬

 FELIZ NAVIDAD

Y UN BUEN 2021

 (por lo menos esperanzador)

 🎇


***Imágenes de Google

domingo, 2 de febrero de 2020

UN VIAJE EN EL TIEMPO
* Besalú y El puente de los judíos 

Os invito a un viaje muy especial: un viaje en el tiempo, al Besalú de principios del siglo XI, para poder asistir a la construcción de su icónico puente y conocer de cerca el pueblo medieval. En su recorrido llevaremos, a modo de la guía Bradshaw, el libro de Martí Gironell, El puente de los judíos. ¿Me acompañáis en esta fascinante aventura?



Primero fue Los pilares de la tierra de Ken Follett, segundo La catedral del mar de Ildefonso Falcones, y después el libro que nos ocupa, El puente de los judíos

Tal vez, cronológicamente fuera así. Pero mucho me temo que no en calidad. 

El puente de los judíos es una de esas novelas que promete, pero que decepciona. Lo tiene todo para ser una muy buena obra: ameno, fácil de leer y bien documentado. Pero es como si se hubiera quedado en un esbozo. Bien desarrollada hubiera sido, sin duda, un novelón de 500, o incluso 1000 páginas. Personalmente opino que al autor le ha faltado dar más cuerpo a toda la historia y, sobre todo, profundizar en los personajes. No solo tenía que haber hecho un mero retrato de ellos. Tenía que haber ahondado en su biografía, en su almas, en sus inquietudes, alegrías y penas. Y, por último, debía haberse extendido en algunos relatos que, tal como están, no tienen mucho sentido en el conjunto de la narración. Hacen que el lector se pregunte ¿a qué viene esto?.


Después de esta breve, pero negativa crítica, supongo que no entenderéis porqué saco a colación este libro. La razón es sencilla. Hay algo que Martí Gironell hace muy bien en su librola descripción pictórica de la Besalú del siglo XI. Al fin al cabo, el autor nació y creció en Besalú, y además fue guía turístico. Todo eso se tiene que notar.



Juguemos a imaginar que somos señores o damas que se acercan a Besalú un día de mercado y, como les dije al inicio de este post, llevemos como callejero y brújula El puente de los Judíos. Retrocedamos a los primeros años del siglo XI, ¡adelante!.


Parecerá una perogrullada, pero para entrar a la capital del condado de Besalú no hubiéramos podido cruzar por el puente, entre otras razones, porque no existía. Tal vez sí, otro anterior, río arriba. Pero nosotros hemos tenido que cruzar la riera de Capellades y enfilar un escarpado sendero que nos lleva a una de las puertas de entrada a la ciudad, no sin antes asistir a la misa y encender una vela en la iglesia de Sant Martí  para dar gracias por el buen viaje.  



Traspasada la muralla, lo primero que nos llama la atención ha sido el castillo situado en la cima de una colina y rodeado de otra muralla diferente a la que circunda la ciudad.


Bajando por las calles, cuyo suelo está formado por una masa de barro y estiércol, y acampando a sus anchas gallinas y cerdos, nuestros pasos nos llevan hasta la Plaza del Mercado, donde la actividad es frenética. Escuchamos los gritos de oferta, compra y venta, los regateos, el martilleo del herrero y la música de algún juglar. Los olores percibidos también son diversos: el de la comida, las especias, los perfumes y las hierbas medicinales, todo mezclado con el rancio olor de las boñigas de los animales, y de algún que otro ser humano.



Hemos hecho nuestras compras y dejando atrás todo el ajetreo de los mercaderes, nos vamos a recorrer la villa.




Intramuros y alrededor del altozano donde se levanta el castillo nos encontramos el Catllar, un barrio de calles empinadas y estrechas, con residencias señoriales, que pretenden imitar palacios. Es la zona donde viven caballeros, magistrados y jueces, funcionarios, bachilleres y canónigos.




Hacia el este, la judería se extiende tras una puerta que se abre al principio de la calle Rocafort. La curiosidad nos puede, y la traspasamos. Un conjunto de calles laberínticas, acogedoras, hospitalarias, llenas de tiendas nos da la bienvenida. Seguimos por una calle que desembocaba en una plaza no muy grande, donde se levantaba la sinagoga, el centro de vida de la comunidad, formada por un conjunto de estancias como la escuela, o los baños (o micvé). 


NOTA Nos hubiera sido imposible entrar en los baños, pero como con la imaginación todo se puede, nos atrevemos a bajar un pasillo estrecho que parece el interior de un cañón. Tras varios escalones llegamos a una estancia poco iluminada con una ventana aspillera, ocupada por una piscina rectangular de losas de piedra. En ella se practican los baños de purificación del cuerpo y del alma.





Salimos de la judería y bajamos por un callejón que hace pendiente. Nos dirigimos a un grupo de casas que crece en torno a la iglesia de Sant Vicenç. Aquí las casas son más sencillas, de construcción humilde como la gente que las habita.


Más al norte, y nos encontramos en el vecindario de Vila-robau y el Torell, habitado por tejedores, arrieros, braceros y jornaleros.


De nuevo, atravesamos el mercado y enfilamos por el callejón que nos conduce a las afueras de las murallas. Cruzamos el torrente de Ganganell y entramos en el Prado de Sant Pere, una gran explanada que preside el monasterio del mismo nombre. En sus puertas nos espera un fraile, que nos acompaña a través de diversos pasillos y estancias del monasterio, el claustro,  la biblioteca y las cocinas, hasta llegar al refectorio. Hoy comemos con el abad. Tras la comida nos lleva a conocer el hospital, que al amparo del monasterio, acoge y alimenta a los pobres, niños abandonados, personas enfermas y peregrinos Tras dejar un considerable donativo para estos menesteres, abandonamos el monasterio.


Cae la noche y regresamos...





... al Besalú del siglo XXI, para darnos cuenta que, aunque su fisonomía sigue siendo muy medieval, y que se han conservado en muy buen estado muchos de sus edificios y monumentos, también se han producido bastantes cambios. Esto ha sido como buscar las siete diferencias. Pero eso no es malo. Significa que la ciudad todavía está muy viva. 

viernes, 3 de enero de 2020

LAST CHRISTMAS, I GAVE YOU MY HEART 
* Por el Valle de Cardós 


Si tuvierais que hacer caso al título de este texto podría parecer que este viaje se realizó en plena época navideña. ¡Pero no! fue justo el fin de semana previo al día de Navidad. Sin embargo, todo ya estaba preparado para el disfrute de las fiestas más entrañables del año. Aunque, en realidad, no hacía falta mucho: la presencia de la nieve, el frío, el paisaje montañoso con sus bosques de abetos y el olor del humo que desprendían las chimeneas de sus típicas casas, creaban el escenario perfecto para pasar una Navidad de lo más tradicional. Por lo que sí, en cierta manera, se podría afirmar que las últimas Navidades, di mi corazón... a estas preciosas tierras.



El valle de Cardós, mucho menos conocido que otros como el Valle de Arán o el Valle de Bohí, pero no por eso menos bello, y sí con un aspecto mucho más agreste, abrupto y salvaje, está enclavado en la comarca de Pallars Sobirà. Guardan en común su ubicación en el Pirineo Leridano, y que los tres hunden sus raíces en el medievo, por lo que vais a encontrar numerosas muestras de arte románico.


Pero este viaje comenzó unas horas antes, cuando hicimos parada en Balaguer. Viniendo de Barcelona, es una buena opción para descansar, estirar piernas, desayunar, e incluso si lo desean recorrer su casco antiguo, y descubrir alguno de sus tesoros históricos.

Seguimos caminos hasta llegar a Sort, que sería nuestro parada y fonda. En el Hotel Pesset, para ser más exacto, de cual les diré que tiene una excelente relación calidad-precio.

Por la tarde de ese día nos adentramos por el Valle de Cardós, uno de nuestros principales objetivos de este fin de semana, pero que tampoco lo pudimos visitar a fondo, porque un hándicap de viajar en invierno es que anochece a las 17.30 horas.

El de Cardós es un valle de grandes dimensiones situado en el centro de la cuenca del río Noguera de Cardós. La puerta de entrada al valle es el pueblo de la Ribera de Cardós, y lo cierra Tavascan. Precisamente esos dos pueblos  fueron los que tuvimos a bien visitar. 


El Valle del Cardós... sí... pero exactamente ¿dónde está?













¿Qué ver?


Balaguer, situado al norte del llano de Urgell, y bañado por el río Segre, es la capital de la Noguera.



Si la visitan un sábado se encontrarán que su plaza porticada, la mayor de Catalunya, está invadida por el mercado, lo que da un carácter más auténtico. Dicha plaza está coronada por la iglesia de Santa María. Para ir a verla tendrán que dirigirse hacia la muralla y hacer algo de piernas. A cambio obtendrá espléndidas vistas de la localidad.





Para mayor información, que mejor que la página de turismo de la propia Balaguer: pincha aquí.






Sort es la capital del Pallars Sobirà, la población más grande del entorno, y la que cuenta con más establecimientos vinculados al turismo. Fue, además, residencia de los condes del Pallars Sobirà, y aún se conservan restos del que fue su castillo

De la plaza de la iglesia parte la calle mayor, en parte porticada, herencia de su pasado medieval. Hoy en día es la calle más comercial del pueblo. 


Y si como yo, estáis interesados en las casas modernistas  (ya os digo que soy muy fan y las busco como si de un tesoro se tratase) hay algunos buenos ejemplos.



En Ribera de Cardós la máxima atracción es la Iglesia de Santa María de Ribera, que se caracteriza por haber sido construida en dos épocas diferentes: en el siglo XII y el XVIII. Pero lo que realmente destaca es su campanario románico, de planta cuadrada, muy robusto, con terrado, y clara función defensiva. 



Si lo que os gusta es la entomología, y en concreto las mariposas, existe el Museo de las Mariposas con una nada desdeñable colección de 25.000 ejemplares.


Tavascan es un buen ejemplo de pueblo del valle, por sus tradicionales casas de piedra, madera y tejados de pizarra, y porque cuenta en su haber con un precioso puente del siglo XIII (de los que parecen sacados de los belenes) que cruza el río de Tavascan uniendo el barrio del Raval con la Vila. A su derecha, la iglesia parroquial de Sant Bartomeu (s. XVII) junto a la cual hay restos de otra más antigua, la de Sant Simeó.



En Tavascan hay una Central Hidroeléctrica que, por lo menos para mí, resulta muy curiosa ya que se encuentra en el interior de una caverna de 500 metros de profundidad, y que es reversible. ¿Reversible? Significa que por el día coge agua de los lagos para producir electricidad, y por la noche la bombea para subirla de nuevo a los lagos y así poder ser reutilizada.







Otras historias


El valle, y toda esa zona fronteriza con Francia, guarda historias de la Guerra Civil española. De exilios y de huidas por los puertos de montaña. Y años más tarde, durante la II Guerra Mundial, de entrada por los Pirineos de los refugiados que escapaban de la ocupación nazi: judíos, franceses y militares aliados. Y ya, en época franquista, de maquis que combatían contra el gobierno dictador.


¿Qué hacer?

A Sort antiguamente se iba hacer deportes de aventuras...

Aquí mi amiga Mari y yo haciendo, años atrás, rafting de Llavorsí a Sort

...Y ahora no es no se hagan, pero creo que este tipo de actividades han sido desbancadas por otra que puede llegar a ser más rentable: la compra de lotería en la administración de La Bruixa d'Or... 😜



Por supuesto, todo tipo de deportes de nieve...



Rutas de senderismo...



Y no olvidéis que muy cerca se encuentra el Parque Nacional de Aigüestortes y su famoso Lago de Sant Maurici...




Pero eso ya os lo cuento en un próximo post...