*Enchanté
Capítulo especial merecen los muchos museos que inundan la ciudad, pero principalmente el Louvre y D'Orsay, que por sí solos justifican el viaje a París. Prepárense para admirar cientos de obras maestras y a no sufrir el síndrome de Stendhal.
EL LOUVRE
El gran templo del arte por excelencia, primero fue palacio antes que museo. Sus moradores, los excelsos Reyes de Francia, crearon una impresionante colección de cuadros, a las que se unió las obras de arte que se recopilaron (vamos a dejarlo ahí) en las números campañas arqueológicas en tiempos de Napoleón.
MUSÉE D'ORSAY
Me detengo en el D'Orsay por ser mi favorito. Solo el marco, una antigua estación de tren del siglo XIX, fruto de la llamada arquitectura de hierro, ya es por sí solo reclamo suficiente. Y si el edificio es magnífico, su contenido deja sin aliento.
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Los lazos ya están establecidos y son indisolubles. A igual que esos enamorados que fijan sus candados en el puente, y lanzan las llaves al Sena, en prueba de su amor perpetuo.
Y si por los avatares de la vida, un día ese amor se frustra
¡SIEMPRE NOS QUEDARÁ PARIS!
AU REVOIR! 💖