BULLYING O MOBBING
*¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?
Para no variar, veo horrorizada las noticias de la TV, y como cada día más se multiplican los casos de bullying en los colegios. Hace ya mucho tiempo que dejé de pensar en la infancia como en una tierna edad llena de seres angelicales, pero de ahí a pensar que los niños sean capaces de propinar palizas que manden a sus víctimas directas al hospital, o les dejen en un estado que el dañado no encuentre otra solución que el suicidio, me sorprende y me escandaliza por partes iguales.
¿Qué está pasando? Os cuento una anécdota. Tendría yo apenas 12 ó 13 años, cuando un niño de aproximadamente 5 ó 6 años me tiró una piedra que me dio en la espalda con el consiguiente daño. Cuando fui a reñir al niño, el padre que se hallaba cerca y que había presenciado el incidente, no solo no reprendió a su hijo sino que salió en su defensa alegando que tan solo era un niño pequeño y que no sabía lo que hacía. "Sí -pensé- pero el dolor me lo quedo yo". Sin embargo, lo que más me asombró fue la conducta del padre que no hizo ni el amago de corregir al chiquillo. Máxime si lo comparaba con mis padres de los que, estoy segura, hubiera recibido una buena bronca.
Con el paso del tiempo recuerdo ese episodio como muy significativo, porque creo que ahí está el quid de la cuestión. Al no tener hijos no puedo hablar con propiedad del fenómeno bullying. Pero sí que me muevo entre adultos en mi trabajo, y puedo contar con toda tristeza y decepción, que he sido testigo de tipos de comportamiento y actuaciones que tal vez no se puedan definir como mobbing, pero sí que se hallan muy al límite.
Es obvio que en los trabajos surjan conflictos, discrepancias, problemas, fruto de los malentendidos, estrés, nervios. Pero estos, incluso, pueden ser positivos si se solucionan con cordura y se llegan a acuerdos y compromisos. Pero apenada compruebo como cada día se sobrepasan los límites, y a veces. incluso, me pregunto si tienen algo que ver con el mismo trabajo. Compañeros que se ríen de otros, se burlan, critican, ponen de manifiesto ante los demás cualquier error cometido en su labor por mínimo que sea, le hablan de forma humillante, o prepotente, o simplemente no le hablan, difunden rumores sobre lo que se cree cierto de esa persona, se le asignan tareas absurdas, que no tienen razón de ser, o pasan por encima de sus peticiones o consignas. Compañeros que, amparándose en el grupo (porque, por lo general, en solitario son cobardes) aíslan al no deseado, y encima, lo paradójico e irónico de la situación, es que después hacen creer al resto del personal que el raro y extraño es él, que no se adapta.
Al final lo que ocurre que estas personas, guapos ellos, buenos y honrados, estimados por todos, que se les presupone educados, inclusive con estudios (muchas veces universitarios) son padres de hijos a los que, yo me pregunto ¿qué valores les inculcarán?
Y es que ya lo dijo Mafalda,
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