Lo prometido es deuda.
Quien me haya seguido desde los inicios de este blog sabrá que en dos ocasiones prometí hablar de dos lugares dispares entre ambos, pero no por eso, menos bellos: los ksour de Túnez (30/1/16), y Sigtuna en Suecia (16/5/16). Y yo siempre intento cumplir mis promesas...
KSAR EN SINGULAR Y KSOUR EN PLURAL
* Por el sur de Túnez
Siguiendo el hilo del anterior post, os cuento que desde el hotel que nos alojábamos (el Sangho Privilege de Tataouine -recomendable-) negociamos un taxi que, por unos 180 dinares, nos llevaría a dos ksour, Chenini y Hadada, devolviéndonos al hotel al final de la visita. Creímos entender que los taxistas solo estaban autorizados a trabajar dentro de una determinada zona. Pero eso es algo que nos os puedo asegurar.
Los ksour son almacenes fortificados construidos entre los siglos XV y XVII, que tenían como fin guardar el grano y demás cosas de valor de la comunidad (leo, incluso, joyas). Pero lo que ví al llegar a Chenini fue un pueblo troglodita colgado de la ladera de una colina. El pueblo sigue habitado, con su ritmo lento, pausado, anclado en el tiempo. La señales más relevantes de modernidad que parecían haber llegado era una fuente de agua pública, y los cables de la luz (que no es poco).
Todo desprendía una inexplicable belleza, a pesar de estar enclavado en un inhóspito paraje. El paisaje era realmente imponente, grandioso. Bueno, los desiertos son así. Perfección en la simplicidad, en la aparente nada. Aunque tampoco estábamos en pleno desierto, es decir, en el Sáhara, sino a sus puertas, en el Gran Erg, un terreno pedregoso, de color ocre, donde crecen, como mucho, palmeras y algunos arbustos.
A unos 35 km. de Chenini se halla el Ksar Hadada. Ya hablé de él, en el anterior post, para deciros que sirvió de casa de Anakin Skywalker, en la película "La amenaza fantasma" (1997). Sin embargo, en esta ocasión lo tomo como modelo para acabar de comprender la idea de "granero fortificado": en el exterior, son recintos amurallados. El interior esconden habitaciones, llamadas gorfas, construidas con muros ciegos y con tan solo una única abertura, la puerta de entrada. La imagen de grandes y rudimentarias cajas fuertes me ronda por la cabeza.
He aquí una mañana sintiéndonos un poco bereberes. Sintiendo la dureza del clima y del espacio. Pero también, el encanto de una vida sencilla que se pierde y se desmorona como los muros de adobe de los ksour. En fin... es el signo de los tiempos.
Y ahora, mi querido lector, si estuvo atento al inicio de este post, como habrá intuido, la próxima entrada en este blog será SIGTUNA. Hasta pronto amigos.